Capítulo 3

lunes, 7 de septiembre de 2009

 

Maldito hijo de puta. Cree que puede irse y dejarme aquí con las patas abiertas sobre la mesa. No dudé en coger el coche y seguirlo. Quería saber que era eso tan importante como para dejar un polvo a medias.
Si te digo la verdad ésto no me había pasado nunca. Suele pasar que cuando acaban se van sin decir adiós, o que después de hacerlo te recuerden lo puta que eres, sin darse cuenta que ellos son unos cerdos y sus mujeres los esperan en casa, pero ésto de irse sin acabar todavía no me lo habían hecho.

Siguiéndole llegué hasta un cementerio. Al final resultará que sí que tenía que hacer algo importante, pero ya me lo podría haber dicho, haberme empujado un par de veces más e irse. Total sea a quien sea a quien va a ver al cementerio, no se va a mover de allí.

Intenté aparcar por fuera del cementerio para que no me viese; seré ninfómana, pero no tonta.

Como había dejado el coche fuera, lo perdí de vista y al entrar en el cementerio no lo vi. No podía haber ido muy lejos pero debía saber de antemano hacia qué parte del cementerio se dirigía y supongo que habría echado a correr. Por la forma en la que se fue de casa, llegaba tarde.

Me adentré en el cementerio y a los pocos minutos estaba perdida. Era realmente grande y todo era igual por lo que era difícil orientarse.
Tras un rato, por fin encontré alguien. Era una mujer, estaba agachada junto a unas tumbas y unos setos que separaban una fila de tumbas de otras. Supuse que estaba rezando por lo que me daba cosa molestarla, pero necesitaba que alguien me indicase como salir de allí. Ya no me importaba el gilipollas de mi vecino, pero necesitaba volver a casa antes de que llegase mi marido si no ya me tocaría inventarme una excusa, como siempre, pero mi imaginación no es infinita ni su paciencia y confianza tampoco.

Respiré hondo y me acerqué. Perdone...

Se giró y me miró. Se levantó lentamente, dejando caer algo al suelo. Abrió la boca y de ella cayó un dedo humano y un chorro de sangre. Al abrir la boca un gemido profundo salió de ella e intentó agarrarme. Me aparté, por instinto, pero estaba paralizada. Miré detrás de la mujer, entre los setos, y la escena era horrible. Había un hombre, un hombre parcialmente devorado.
Intentó volver a cogerme y ésta vez si reaccioné. La empujé hacia atrás con fuerza y se desequilibró, tropezó en uno de los arbustos y se golpeó con una de las tumbas. Su cuello crujió y se partió del golpe.

La había matado. Había matado a una persona. Yo sólo quería apartarla... Fue en defensa propia. Sí, eso diría, en las películas funciona. Ella me atacó con la intención de matarme y yo me defendí. Miré a mi alrededor pero no vi a nadie más. Mi pulso cada vez iba más deprisa y no sabía si quedarme y explicar lo que había pasado o intentar huir. Nadie me había visto así que podrían pensar que se había caído o algo.

Antes de que pudiese decidir si quedarme o intentar salir de allí, vi como se movía. Era imposible, pero lo hacía. Se incorporó. Llegó a ponerse en pie y la cabeza le colgaba hacia la izquierda y reposaba sobre su hombro. Con ese caminar torpe que llevaba, la cabeza le iba dando bandazos, pero sus ojos en todo momento intentaban buscarme.
Empecé a temblar, a temblar y a llorar. Eso me sobrepasaba.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

El mejor capítulo sin ninguna duda. Lo explicas todo con muchísimo detalle, y el detalle de la cabeza colgando es muy bueno xD

Además, veo que has usado el punto de vista de la vecina del protagonista. Bien tío, me ha gustado ^^

PD Glaerd