Capítulo 5

lunes, 21 de septiembre de 2009

 

Al fin me vio y empezó a correr hacia mí. Llevaba la mano izquierda sobre el antebrazo derecho. Pregunté qué había sucedido y entonces me contó que mi tía había vuelto a la vida y se había vuelto loca. Que mordió al sepulturero y entonces todo el mundo empezó a chillar y a correr. También me contó que él fue a interesarse por su estado y ella le había mordido el antebrazo derecho y por eso la herida.

- ¿Y mamá?
- No lo sé. Todo fue muy rápido. La gente corrió y yo cuando pude quitarme a tu tía de encima también.

No salía de mi asombro. Me parecía tan extraño todo que no daba crédito a lo que me estaba contando mi padre. Si no fuese porque sé que no me gastaría una broma así jamás, juraría que estaba en un programa de cámara oculta, y ojalá hubiese sido el caso.

- ¡Ahí viene! ¡Vámonos!

Mi tía se acercaba tambaleándose y gimiendo. Estaba muy pálida pero a su vez su piel tenía un tono oscuro. Más que su piel, era por dentro. Podía ver vasos sanguíneos negros en su rostro y sus ojos se movían dentro de sus cuencas.
Tanto sus mejillas como el contorno de su boca estaban llenos de sangre y su ropa manchada también.

Antes de que pudiese fijarme en más detalles mi padre tiró de mí y salimos corriendo. Mientras corría me preguntaba porqué no nos parábamos e intentábamos ayudar a mi tía, o porqué no llamamos a una ambulancia, pero debo reconocer que el pánico me invadió y no pude hacer más que correr.

- ¿Has traído tu coche? Vamos en él. Mamá tiene las llaves del nuestro y así si consigue salir tendrá un medio con el que escapar.
- ¿No la esperamos? Deberíamos llamar a una ambulancia y calmarnos.
- ¿Calmarnos? He visto como tu tía le seccionaba la yugular a un tío con sus propios dientes y al ir a intentar tranquilizarla me ha arrancado medio brazo. Ve tu a tranquilizarla si quieres.

Me enseñó la herida y la verdad es que era profunda y tenía mala pinta. Estaba infectada y estaba muy inflamada.

Nos subimos al coche y arranqué. Miré el retrovisor interior y pude ver a una mujer, si no fuese porque era imposible, hubiese jurado que era mi vecina a la que me estaba tirando un rato antes, y, tras ella, mi tía se le iba acercando lentamente...

Salimos de allí. Mi padre tenía mala cara. Sudaba mucho, parecía tener fiebre.

- Te llevaré a un hospital para que te miren el brazo.

Creo que no me oyó. En dirección contraria, hacia el cementerio, empezaron a pasar vehículos policiales, sanitarios y otros que no supe distinguir de qué eran. Seguramente alguien habría llamado que es lo que tendríamos que haber hecho nosotros. Pensé en dar media vuelta, pero necesitaba que un médico le viese la herida a mi padre.

En 10 minutos estábamos en el hospital. Mi padre no reaccionaba por lo que dejé el coche en la zona de ambulancias y grité para que alguien me ayudase. Enseguida salió gente del hospital a echarme una mano y poder llevar a mi padre para adentro.

No me dejaron entrar con él y me quedé en una sala esperando tras ir a aparcar el coche. Estuve esperando más de media hora y nadie salía para informarme. Había un niño con una herida en la cabeza que no dejaba de gritar y me estaba poniendo de los nervios.

Me levanté y fui hacia las puertas que llevaban hacia donde se habían llevado a mi padre. Antes de que llegase a ellas salió un hombre con bata blanca. Se dirigió hacia a mí y, sin preámbulos, lo soltó:

- Lo siento, su padre ha muerto.

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