Capítulo 9

martes, 20 de octubre de 2009

 

Hacía ya una hora que había salido. Cada vez estaba más nerviosa y no hacía más que encender y apagar la tele, aunque realmente ni la miraba. Dejé la televisión encendida y me puse frente a una ventana del salón. Había empezado a chispear débilmente y la calle se iba tiñendo de un color más oscuro al habitual.

Empecé a pensar que moriría, y que lo haría por mi culpa. Si no le hubiese dado motivos para dudar en tantas ocasiones, quizás ésta vez me hubiese creído o al menos hubiese tenido la duda y no hubiese cogido ese autobús en dirección al infierno.

En la televisión cortaron la emisión habitual y apareció en grande "AVANCE INFORMATIVO". Me pegué al televisor para ver qué decían pero sólo pude entender que una ola de violencia se estaba desatando en nuestra ciudad. Después de eso cayó un rayo y la luz se fue. Seguidamente llegó el sonido de un gran trueno y empezó a llover a cántaros.

Me abalancé sobre el móvil e intenté llamarle. Un tono... Dos tonos... Tres tonos... Por mis mejillas ya se deslizaban dos lágrimas mientras esperaba el contestador automático.

- ¿Qué quieres ahora?

Pegué un bote de alegría y le dije: - ¿Dónde estás? ¿Estás bien?

- ¿Por qué no iba a estarlo? Estoy en el autobús y estamos en medio de un gran atasco. Pero no puedo salir porque se ha puesto a diluviar. Menuda faena.

Se escucharon unos gritos y unos golpes y él me dijo: - Espera, ahora te llamo.

Se oyeron un par de gritos más y se cortó la comunicación.

Joder, ¿Por qué mierda gritaban? ¿Por el atasco? Ojalá fuese por el atasco.

Volvió la luz, aunque seguía lloviendo torrencialmente. Se encendió el televisor pero la emisión del canal estaba cortada o tenían problemas con ella ya que lo único que había en pantalla era un logotipo 3D de la cadena en cuestión.

Cambié de canal y estaban emitiendo normalmente. ¿Quizás hubiesen cortado la emisión de ese canal por emitir cosas que no debían? La verdad no lo sé pero algo pasaba. O quizás simplemente se había ido la emisión por la tormenta. Quizás estuviese volviéndome loca y todo hubiese terminado en el cementerio gracias a los 'hombres de nego'.

Empezó a sonarme el móvil. Contesté de inmediato:

-¿Sí? ¿Qué ha pasado?

- Cuando te he llamado estábamos parados en medio del atasco y un niño ha empezado a golpear las puertas del autobús. El conductor ha abierto para ver qué le pasaba al niño y éste ha subido, se ha avalanzado sobre él y le ha mordido un brazo. Entre unos cuantos hemos separado al niño y lo hemos retenido pero parecía estar loco. No dejaba de patalear y en uno de esos movimientos bruscos se golpeó la cabeza con un hierro del autobús con tan mala suerte que se abrió la cabeza.

- ¿Ha muerto?

- Al instante. Y el conductor no tiene buena cara. Dudo que pueda seguir conduciendo en esas condiciones por lo que hemos salido del autobús. Seguiré a pie aunque me empape.

- ¡Vuelve hacia aquí! ¡No hagas tonterías!

Pasaron unos segundos, los suficientes como para impacientarme, por lo que insistí:

- ¿Hola? ¿Sigues ahí?

- ¿Qué es ésto? Una multitud se acerca en nuestra dirección atacando a los conductores que están en sus coches. Rompen las ventanillas de los vehículos con sus propias manos, incluso con sus cabezas y atacan a los ocupantes. Lo peor de todo es que algunos no deberían estar andando, no deberían estar vivos. Tienen las ropas llenas de sangre, algunos presentan agujeros de bala y pese a todo, siguen avanzando.

- ¡Sal de ahí! ¡Ya!

- Decías la verdad... Era verdad...

- ¡Claro que era verdad! ¡ Sal de ahí!

- Voy corriendo hacia casa. No salgas ni abras la puerta a nadie. Llegaré en media hora, no habíamos llegado demasiado lejos con el autobús.

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